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A 3 horas de Ciudad de México, vía terrestre, hay un paraíso para los cerdos rescatados. Y aunque el Santuario nació con una yegua, fueron los cerditos que poco a poco llegaron a la vida de Janis, su fundadora, las que han dado vida al Santuario Eli. Ésta es la historia de Pedro, Teresita, Australia, Pamela, Miley, Molly y Valentino… y también la historia de un Santuario que nace en el patio de una casa.
Más de 1.500 millones de cerdos son asesinados cada año para producir comida. Las cerdas, como todas las hembras del sistema de explotación animal, son unos de los animales más abusados, maltratados y asesinados para fines comerciales. Cientos de santuarios en el mundo entero buscan la forma de rescatar y dar una segunda oportunidad a los animales utilizados como comida. Uno de ellos es el Santuario Eli, en México, hogar amoroso de 6 cerdos, 5 gatos y 3 perros y que este mes cumple 3 años de trabajo continuo.
La historia del Santuario Eli se remonta a aquellos días en los que su fundadora Janis Mendoza rescató a una yegua que iba a ser sacrificada. “Eli estaba en la carretera con una pata rota y los vecinos ya la querían sacrificar”, recuerda. La recibimos, le dimos atención médica pero tuvo complicaciones en la cadera y murió 9 meses después. “Eli vino a mostrarme el camino, la historia de ella llegó a muchas partes y recibí muchas ayudas.”
Después de Eli empezaron a llegar otras historias, otros rescates y otros animales necesitados de ayuda, de amor y libertad. Y fue Teresita la pionera de una nueva etapa que iniciaba el Santuario.
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Teresita era una cerdita que era mantenida para cría. “Y cada vez que tenía una camada mataban a los cerditos”, recuerda Janis, fundadora y directora del Santuario. En una de esas oportunidades, algunas personas se enteraron de que iban a sacrificar nuevamente a los cerdos recién nacidos y se movilizaron para rescatar a Pedro. “Yo recibí a Pedro en el patio de mi casa y allí fue donde lo tuve junto con Eli, la yegua que da origen a toda esta historia”.
“Desde que llegó Pedro ya sabía que venía Teresita. Cuando Pedro llegó yo lo cargaba en brazos, tenía 3 meses, era un bebé”, recuerda Janis. “Pero Teresita era muy grande, estaba muy gorda. Era muy difícil traerla”, comenta. Pasaron varios meses entre la llegada de Pedro y la de Teresita.
“Teresita estaba en el Estado de México y los que la iban a subir al camión eran los mismos que abusaban de ella entonces fue un jaloneo horrible, la amarraron de la trompa, fue horrible”, cuenta Janis. “Y cuando llegaron acá el camión no pudo subir y la íbamos a pasar a otro camión pero ella se quedó en el suelo y no quería moverse”, añade. Por fortuna, Teresita no se escapó sino que se quedó quieta esperando ayuda. “Estaba muy nerviosa, espantada y desconfiada. El doctor que me ayuda con los rescates la tuvo que anestesiar… y así fue como pudimos traerla”, recuerda.
“Eli vino a mostrarme el camino, la historia de ella llegó a muchas partes y recibí muchas ayudas.”
Janis, Fundadora del Santuario Eli
La vida secreta de los cerdos
Los cerdos son animales muy inteligentes, limpios y sociales. La experiencia que Janis fue acumulando sobre el comportamiento, la naturaleza y las necesidades de los cerdos le permitió armar un proyecto de vida alrededor de estos hermosos y tiernos animales.
Teresita ya cumplió 1 año en el Santuario, mientras que Pedro vivió en el lugar unos 2 años y falleció el septiembre del 2021. Pero entre la llegada de Pedro y la de su mamá, se desataron una serie de acontecimientos que hicieron que Janis acogiera a algunos otros cerdos y fue así como sin planearlo fueron llegando nuevos habitantes al Santuario. “Yo dije: ´pues bueno, donde caben uno caben 2´”, comenta entre risas. La primera experiencia con Pedro le había mostrado que el cuidado y la tenencia de los cerdos no era una tarea tan dispendiosa y que ella quería y podía hacerlo. Por eso le dio la oportunidad a Pamela y a Miley.
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En muchas ocasiones, Janis alimenta a los cerditos con las mismas plantas que siembra en el lugar.
“Ya en ese momento tuve que buscar un nuevo lugar, dimos algunas vueltas hasta que llegamos acá. Ya tenía entonces a Pedro, Pamela y Miley”, recuerda. Después de que Janis se enterara de que un camión que iba camino al matadero se había volcado, tuvo la oportunidad de acoger a 2 de los 8 cerdos que se salvaron y fue cuando llegaron Australia y …. Luego llegó Teresita.
El sufrimiento de los animales como motor de vida
Janis es una mujer joven, sencilla y que inspira paz y tranquilidad. Cuando no está atendiendo las necesidades de los animales y de la operación del Santuario, está bridando asesorías en cocina vegetal. Lo cual le permite tener algunos ingresos, pero insufientes para la carga que implica mantener el lugar. Pero eso nunca será un obstáculo para seguir soñando con salvar más y más animales.
“Mi sueño guajiro es tener un santuario interespecie”, comenta. Los cerdos son lo que más espacio necesitan y son los más difíciles de contener en un espacio entonces creo que ya no recibiría más cerdos sino otro tipo de animales”, comenta Janis. Por suerte, el sueño ya empezó a materializarse con la llegada en los últimos meses de Ulises y Manolo, dos borregos que llegaron a darle más diversidad a las especies que habitan el lugar.
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“Mi sueño guajiro es tener un santuario interespecie”
“Desde que empecé a seguir el veganismo como filosofía de vida siempre hubo en mí esa ilusión de que cuando fuera grande y tuviera dinero me compraría un terreno…y pensé que sería cuando tuviera 60 años”, cuenta Janis. Pero sólo pasó un mes entre ese visualizar ese sueño y empezar a hacerlo realidad. “Justo al mes llegó Eli y llegó a enseñarme que con lo poco o mucho que tuviera y que con el apoyo y trabajo en equipo se podrían lograr muchas cosas…eso fue mágico”.
Sostener un santuario o un refugio es una de las tareas y retos a nivel personal más difíciles que pueda tener una persona que dedica su vida a salvar animales. “Son retos constantes que he aprendido a sortear y he aprendido a confiar en una fuerza superior y que Eli con su energía y su fuerza sigue acompañándonos.
“Cuando estoy preocupada o triste, siempre pienso en lo que ellos pasan y sienten cuando van al matadero. Cuando están encerrados, sin poder ver la luz del sol, cuando son separados de sus familias…entonces no hay punto de comparación entre lo que yo puedo estar pasando con lo que ellos están viviendo constantemente”.
Janis, Fundadora
Para seguir la labor del Santuario y entrar en contacto con Janis, visita:
https://www.instagram.com/santuario_eli/
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